lunes, 21 de mayo de 2012

LOS ANGELITOS


En la vieja esquina de Rivadavia y Rincón están todavía los ecos del Café de los Angelitos rebotando por su cascarón desnudo.
Lo había fundado, por 1890 con el nombre de Bar Rivadavia un italiano llamado Batista Fazio. Primitivamente fue reducto de malandras y caferatas cuya traducción del lunfa básico corresponde, más o menos, a gente de mal vivir. Verdaderos "angelitos", según la socarrona afirmación del comisario de Balvanera quien, sin saberlo, le estaba dando carta de bautismo a uno de los más populares cafés de Buenos Aires.
Cuando en 1919 lo adquirió don Angel Salgueiro en la suma de setenta y cinco mil pesos, ya habían hecho famosa la esquina las presencias de Gabino -el negro payador del Himno a Paysandú-, Higinio Cazón, José Betinotti, José Razzano, Carlos Gardel, Roberto Cassaux, Florencio Parravicini y los prohombres del socialismo argentino que tenían su Casa del Pueblo cincuenta metros más al oeste por la misma calle Rivadavia.
Cuentan que era frecuente ver llegar a Juan B. Justo, a don Alfredo Palacios -por entonces joven mosquetero de la política con el brillo de haber sido el primer diputado socialista de América-. Sabía recalar también otro de los nombres imborrables que Juan Manuel Gálvez cita entre los amigos y maestros de su juventud: José 'Pepe' Ingenieros.
El anecdotario es inagotable. Fue en el Café de los Angelitos donde una noche de 1917, don Mauricio Goddart -director artístico del sello Odeón- contrató al ya famoso dúo criollo Gardel-Razzano, quienes debutaron en el disco con Cantar eterno y El sol del 25. Y fue también allí donde Carlitos, celebrando una de las victorias de su célebre pingo, Lunático, hizo un convite de puchero corrido que duró hasta el último canto del gallo.
Por 1928 también los radicales caían por el café. Inaugurado el nuevo edificio del Congreso en la esquina de Rivadavia y Entre Ríos, muchos políticos del viejo partido de Alem solían arrimarse a la tertulia con sus adversarios los socialistas. Y en la década del 30 fue el Malevo Muñoz -Carlos de la Púa- el de La crencha engrasada quien supo animar otros encuentros de poetas, periodistas o simplemente manyines que buscaban el garrón de alguna mesa bien servida.
El Café de los Angelitos es un testigo vivo de más de cien años de historia porteña. Por su puerta desfilaron las más destacadas personalidades del ambiente político y artístico del siglo XX, y en sus mesas se escribieron muchas de las páginas que hicieron de Buenos Aires una ciudad que respira tango en cada rincón.
Remodelados a nuevo según un ambicioso proyecto arquitectónico, conformados por dos pisos y un subsuelo, exhiben lujo y distinción hasta en sus más imperceptibles detalles
El Café de los Angelitos ofrece un show de tango de primer nivel internacional, ejecutado por una excelente orquesta de seis músicos, una orquesta de señoritas, dos cantantes y diez bailarines, quienes, durante una hora y treinta minutos, despliegan sobre el imponente escenario un espectáculo único en su tipo.
En uno de los tantos cuados colgados en las paredes decía:
            “Café Los Angelitos”
             Bar de Gabino y Cazón
             Yo te alegré con mis gritos
             En los tiempos de Carlitos
              por Rivadavia y Rincón.
Fuimos una noche al salir del teatro, era tarde y teníamos mucho hambre y nos pedimos estas tapas: salchicha a la diabla- pollo al curry – albóndigas en salsa de mostaza – tortilla de papa – croquetas de jamón crudo – alitas a la milanesa – rabas a la romana y salsa tártara. Tomamos San Felipe Roble.

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