Una tarde lluviosa de mayo del 2012 empezamos uno de los acostumbrados periplos gastronómicos , empezamos a la tarde en La Perla seguimos en una degustación en Cabernet de Palermo y terminamos cenando en La Casa Polaca
La Perla tiene una historia personal para los dos que aquí no voy a contar si voy a escribir algo sobre este recientemente nombrado bar notable
Era el lugar de reunión en la decada del 20 de
Una caterva de jóvenes veinteañeros llenos de pasión por escribir, hacer música, pintar. Pasan noches enteras discutiendo y mostrándose los escritos, las ideas. Huyen de sus padres, de sus familias formales, del mundo árido de las academias artísticas y literarias…Sueñan con un mundo distinto, con crearse un lugar distinto, con un arte que se parezca más a la vida. Leen a los poetas ultraístas, a los poetas chinos de la Dinastía Tang, a Lao Tsé y su Tao Te King, investigan complicados libros esotéricos, adoran la “Misteriosa Buenos Aires” y sus poetas lunfardos, quieren crear nuevas formas de hablar y de expresarse, quieren tener la Visión Pura.
Esos jóvenes, que se reunían en La Perla del Once en los
primeros años de la década de 1920, eran Borges, Xul Solar, Raúl Scalabrini
Ortiz, Leopoldo Marechal y algunos otros. Los atraía la figura magnética de
Macedonio Fernandez, un escritor y vagabundo mucho mayor que ellos, que los asombraba
con sus elucubraciones metafísicas y los estimulaba a pensar fuera de los
cánones establecidos. En el velorio de Macedonio, treinta años después, Borges
recordaría que "La certidumbre de que el sábado, en una confitería del
Once, oiríamos a Macedonio explicar qué ausencia o qué ilusión es el yo,
bastaba, lo recuerdo muy bien, para justificar la semana". En esa misma
ocasión, Scalabrini Ortiz destacó "en qué medida fue la de Macedonio una
inteligencia destinada al milagro permanente de revelarnos zonas de la emoción,
paisajes del espíritu".
Probablemente los contertulios de los años veinte no descubrieron las virtudes acústicas del baño de La Perla, porque, salvo Macedonio, no eran guitarreros, y sólo Xul Solar desarrollaría después una faceta musical como parte de sus exploraciones místicas. Los de los sesenta, imposibilitados de entrar en un estudio de grabación, guitarristas y cantantes de calle y plaza, descubrieron en el baño de La Perla la posibilidad de aullar a todo volumen o hacerse coros a si mismo aprovechando la “cámara de eco” natural que proveen los azulejos. Por eso “La Balsa” fue iniciada en ese baño, en una de las tantas divagaciones musicales de Tanguito sentado en el inodoro, escuchando fascinado las armonías que producía su rasgueo en el pequeño cubículo.
En ese periodo Javier pasaba horas inventando un nuevo idioma, imponiendo palabras como “copar”, “la pálida”, o frases coloquiales del estilo de “¿Cómo viene la mano?” Javier tenía la teoría de que había que crear un nuevo lenguaje, que reflejara nuestra visión del mundo. Quería imponer nuevas medidas de tiempo (un “senever”, que es desde que te levantas hasta que te levantas la próxima vez, que puede tomar cuatro horas o tres días) y de distancia (un “cansancio”, que mide desde que empezás a caminar hasta que te cansás, cosa que depende de tu estado y varía continuamente). Javier insistía con que había que tener medidas “más humanas”, que no dependieran del “metro patrón” que está en un museo de París. Muchos años antes, Xul Solar se encerraba desarrollando la “Panlingua” (el idioma de los idiomas), para lograr una comunicación natural.
Es hermoso
tomar una merienda en el mismo espacio donde todo esto ocurrió. Fue una
merienda completa con café con leche, tostadas con manteca y dulce, huevos
revueltos , jamón y queso y medialunas.
Buena experiencia!!!!
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