Este comedor se encuentra dentro de la Asociación Mutualista de los Residentes de Vigo.
Al pasar por la puerta solo se ve la entrada a la Asociación Mutual y apenas un pequeño cartel cerámico que dice Faro de Vigo. Hay que tocar el timbre y al traspasar la reja, uno se encuentra en lo que sería una vivienda común. Te recibe Manolo y te hace entrar por una puerta que desemboca en lo que sería el comedor de cualquier casa de nuestras abuelas.
Las paredes pintadas de amarillo, algunos adornos con motivo español en las paredes, manteles bien blancos, en fín, ningún lujo. El lujo empieza cuando traen la comida.
Como servicio de mesa ( que no lo cobran), un plato lleno de aceitunas negras, enormes, al natural, sin condimentos, como se debe probar una aceituna.
De entrada una buena tortilla gallega igual que la española pero con un toque de ají rojo.
Para seguir callos sin papas, solo garbanzos, callos , el mejor chorizo colorado, la mejor panceta y un gran pimentón. Seguimos con un pollo a la gallega como tiene que ser con huevos duros en una gran salsa.
A la mesa traen directamente unas sartenes de aluminio en unos curiosos posa-fuentes.
Como en el comedor no hay ventanas no se sabe si es día o noche, o si llueve o hay sol.
Los concurrentes , en su mayoría son paisanos que se juntan a comer algo parecido a lo que comían en su tierra.
De postre unas natillas.
La carta de vinos es retro: Etchart Privado Torrontés y Don Valentín Lacrado
Al pasar por la puerta solo se ve la entrada a la Asociación Mutual y apenas un pequeño cartel cerámico que dice Faro de Vigo. Hay que tocar el timbre y al traspasar la reja, uno se encuentra en lo que sería una vivienda común. Te recibe Manolo y te hace entrar por una puerta que desemboca en lo que sería el comedor de cualquier casa de nuestras abuelas.
Las paredes pintadas de amarillo, algunos adornos con motivo español en las paredes, manteles bien blancos, en fín, ningún lujo. El lujo empieza cuando traen la comida.
Como servicio de mesa ( que no lo cobran), un plato lleno de aceitunas negras, enormes, al natural, sin condimentos, como se debe probar una aceituna.
De entrada una buena tortilla gallega igual que la española pero con un toque de ají rojo.
Para seguir callos sin papas, solo garbanzos, callos , el mejor chorizo colorado, la mejor panceta y un gran pimentón. Seguimos con un pollo a la gallega como tiene que ser con huevos duros en una gran salsa.
A la mesa traen directamente unas sartenes de aluminio en unos curiosos posa-fuentes.
Como en el comedor no hay ventanas no se sabe si es día o noche, o si llueve o hay sol.
Los concurrentes , en su mayoría son paisanos que se juntan a comer algo parecido a lo que comían en su tierra.
De postre unas natillas.
La carta de vinos es retro: Etchart Privado Torrontés y Don Valentín Lacrado
Consejo: Para probar la auténtica comida gallega en Buenos Aires.
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