Es un viejo bar de
esquina del la calle San Luis y Anchorena.
Aquí todo es viejo, su
dueño, su esposa , los cientos de botellas de boussac que reposan desde mas de 70años en sus
estanterías, el cuadro con la figura de San Martín, la barra de formica, la cocina, las sillas y
la antigua luz casi desteñida que lo ilumina. Su dueño ya está cansado, casi no
quiere atender, con lo que le queda de ganas nos alcanza unos sándwiches de
matambre que su esposa había preparado ese día.
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